lunes, 5 de diciembre de 2016

La matanza de antes

Tordelpalo 31.10.2016

Estamos en el pueblo, es la víspera de todos los santos, hay mucha gente porque hace tiempo casi de verano. Lo que os voy a contar es como yo vivía las matanzas hace cincuenta años…

Se pensaba el día para matar el cerdo, y siempre se comentaba con la familia, para no coincidir el mismo día.

Unos días antes, los hombres bajaban a comprar a Molina, arroz, tripas, especias, hilos para atar las morcillas y anís para tomar una copita después de matar el cerdo. Este anís venia en una botella de cuello alto con una ramita dentro;  yo ya no veo este licor en ningún sitio. Para las mujeres había mistela y buenos bollos hechos en el horno de nuestro pueblo. También iban a por estepas y aliagas para calentar una enorme caldera.

La víspera de la matanza, el cerdo se quedaba sin comer para que no tuviera nada en las tripas, y las mujeres y niños subíamos agua de la fuente, para llenar la caldera. 


Cuando el agua de la enorme caldera empezaba a hervir, varios hombres iban a buscar el cerdo a la zagurda, ¡buena se le espera al pobre! Había dos matachines que venían a la casa con un cesto de paja, sus cuchillos y el resto de útiles necesarios. Si no quería salir con un gancho se cogía del cuello y se sacaba arrastras. A la que estaba en la puerta de la casa, varios hombres se tiraban sombre él para cogerlo. Una vez trabado y sujeto sobre la gamella, el matarife le hincaba el cuchillo. Una mujer estaba orilla del cuello con un gran barreño y buen delantal para recoger la sangre, con la que se harían las morcillas. Una vez acabada esta primera faena, se descansaba un poco y se bebía una copita.

El cerdo se metía en una gamella de hierro y madera, y con unos cazos o pucheros se echaba por encima el agua de la caldera para poder pelarlo. La gamella era común de todo el pueblo, y los cazos eran parecidos a los de poner la comida en los platos pero más cortos. Así a  base de rascado y agua el cerdo se quedaba sin un pelo. Además, al cerdo se le retiraban las pezuñas antes de colgarlo.

Una vez preparado, el cerdo se colgaba. Para ello, al cerdo se le ponía un palo con una cuerda en las patas, y de esta cuerda se colgaba de un agujero que había en el techo de las casas. En otras casas había un gancho afuera para colgarlo, como en casa de Severino. Después de esto, los hombres se iban hacer sus trabajos hasta la hora de almorzar. 

El matarife una vez colgado hacía dos cortes en la barriga y empezaba a sacar todo, tripas, manteca, hígado y todo lo demás. Terminada esta faena, se dejaba secar para la tarde partirlo y sacar lomos, costillas, jamones, paletillas, tocino, espinazo, y carne en general. Las mujeres ya tenían mucha faena… unas a lavar las tripas a la fuente y con mucho frío. Si llovía, se subía el agua de la fuente y se hacía en algún corral. Otras se quedaban en casa para prepara la comida, que en mi casa consistía en unas buenas migas, cortadas el día de antes, con algunos torreznos fritos, algo de hígado y naranjas.

A los dos días se bajaba al veterinario un trozo de carne para analizarla, pero cuando esto se hacía todos habíamos comido ya, antes no había fecha de caducidad.

Menudo festín para todos mayores y niños. Se ponía la sartén en medio de la cocina o también encima de las trébedes y todos juntos mayores y niños a llenar la barriga con nuestra cuchara sin vasos ni servilletas…, con el botijo y una gran porrón de vino… ¡Qué bueno estaba! También se ponían naranjas partidas con la peladura en cuatro pedazos. Para los niños esto era una fiesta.

Ya por la tarde mucha faena para preparar las morcillas. Se ponía la caldera en el fuego, se cocía el arroz, luego se ponía en barreños con la sangre del cerdo y las especias para darle buen sabor. Cuando estaban ya cocidas, se cogía un puchero de caldo y una morcilla y se llevaba a todos los vecinos. Este caldo se ponía encima de unas sopas con pan, que ya las tenía cortadas la señora de la casa.

Por la noche, la gran cena. Siempre había una lata llena de agua para ir fregando porque todo esto ensuciaba mucho. Para lavar los platos se hacía con jabón del pueblo o de unas cajas que venían con detergente, de marcas como tutú, omo…


A la cena íbamos todos de la familia y también se invitaba a los mozos que se iban a la mili… las personas mayores cenaban en el comedor y los niños con nuestras madres en la cocina, apretados pero calladitos.

Yo recuerdo que en la cena se ponían judías pintas, los mejores pollos, y también carne de oveja, porque siempre se mataba alguna para hacer chorizos. Mientras se cenaba había un puchero arribado a la lumbre, se echaba un poco de café de malta, que es cebada molida, se soplaba una ascua grande del fuego y se echaba al café, para darle color.

En la mesa principal se ponían dos platos muy grandes y bonitos, y todos a meter la cuchara, sin repartir para nadie, mientras en el portal con los barreños otras mujeres esperando para fregarlos.

En la próxima hablaremos de cómo se hacen los chorizos, salan los jamones, echan los enajos y demás.

Os deseo que os haya gustado la matanza, buen provecho.

Feliz año 2017.   Pilar del Rey.