Tordelpalo 31.10.2016
Estamos en el pueblo, es la
víspera de todos los santos, hay mucha gente porque hace tiempo casi de verano.
Lo que os voy a contar es como yo vivía las matanzas hace cincuenta años…
Se pensaba el día para matar el
cerdo, y siempre se comentaba con la familia, para no coincidir el mismo día.
Unos días antes, los hombres
bajaban a comprar a Molina, arroz, tripas, especias, hilos para atar las
morcillas y anís para tomar una copita después de matar el cerdo. Este anís
venia en una botella de cuello alto con una ramita dentro; yo ya no veo este licor en ningún sitio. Para
las mujeres había mistela y buenos bollos hechos en el horno de nuestro pueblo.
También iban a por estepas y aliagas para calentar una enorme caldera.
La víspera de la matanza, el
cerdo se quedaba sin comer para que no tuviera nada en las tripas, y las
mujeres y niños subíamos agua de la fuente, para llenar la caldera.
Cuando el agua de la enorme caldera
empezaba a hervir, varios hombres iban a buscar el cerdo a la zagurda, ¡buena
se le espera al pobre! Había dos matachines que venían a la casa con un cesto
de paja, sus cuchillos y el resto de útiles necesarios. Si no quería salir con
un gancho se cogía del cuello y se sacaba arrastras. A la que estaba en la
puerta de la casa, varios hombres se tiraban sombre él para cogerlo. Una vez
trabado y sujeto sobre la gamella, el matarife le hincaba el cuchillo. Una
mujer estaba orilla del cuello con un gran barreño y buen delantal para recoger
la sangre, con la que se harían las morcillas. Una vez acabada esta primera
faena, se descansaba un poco y se bebía una copita.
El cerdo se metía en una gamella
de hierro y madera, y con unos cazos o pucheros se echaba por encima el agua de
la caldera para poder pelarlo. La gamella era común de todo el pueblo, y los
cazos eran parecidos a los de poner la comida en los platos pero más cortos. Así
a base de rascado y agua el cerdo se
quedaba sin un pelo. Además, al cerdo se le retiraban las pezuñas antes de
colgarlo.
Una vez preparado, el cerdo se
colgaba. Para ello, al cerdo se le ponía un palo con una cuerda en las patas, y
de esta cuerda se colgaba de un agujero que había en el techo de las casas. En
otras casas había un gancho afuera para colgarlo, como en casa de Severino.
Después de esto, los hombres se iban hacer sus trabajos hasta la hora de
almorzar.
El matarife una vez colgado hacía
dos cortes en la barriga y empezaba a sacar todo, tripas, manteca, hígado y
todo lo demás. Terminada esta faena, se dejaba secar para la tarde partirlo y
sacar lomos, costillas, jamones, paletillas, tocino, espinazo, y carne en
general. Las mujeres ya tenían mucha faena… unas a lavar las tripas a la fuente
y con mucho frío. Si llovía, se subía el agua de la fuente y se hacía en algún
corral. Otras se quedaban en casa para prepara la comida, que en mi casa
consistía en unas buenas migas, cortadas el día de antes, con algunos torreznos
fritos, algo de hígado y naranjas.
A los dos días se bajaba al
veterinario un trozo de carne para analizarla, pero cuando esto se hacía todos
habíamos comido ya, antes no había fecha de caducidad.
Menudo festín para todos mayores
y niños. Se ponía la sartén en medio de la cocina o también encima de las
trébedes y todos juntos mayores y niños a llenar la barriga con nuestra cuchara
sin vasos ni servilletas…, con el botijo y una gran porrón de vino… ¡Qué bueno
estaba! También se ponían naranjas partidas con la peladura en cuatro pedazos.
Para los niños esto era una fiesta.
Ya por la tarde mucha
faena para preparar las morcillas. Se ponía la caldera en el fuego, se cocía el
arroz, luego se ponía en barreños con la sangre del cerdo y las especias para
darle buen sabor. Cuando estaban ya cocidas, se cogía un puchero de caldo y una
morcilla y se llevaba a todos los vecinos. Este caldo se ponía encima de unas
sopas con pan, que ya las tenía cortadas la señora de la casa.
Por la noche, la gran cena.
Siempre había una lata llena de agua para ir fregando porque todo esto
ensuciaba mucho. Para lavar los platos se hacía con jabón del pueblo o de unas
cajas que venían con detergente, de marcas como tutú, omo…
A la cena íbamos todos de la
familia y también se invitaba a los mozos que se iban a la mili… las personas
mayores cenaban en el comedor y los niños con nuestras madres en la cocina,
apretados pero calladitos.
Yo recuerdo que en la cena se
ponían judías pintas, los mejores pollos, y también carne de oveja, porque
siempre se mataba alguna para hacer chorizos. Mientras se cenaba había un
puchero arribado a la lumbre, se echaba un poco de café de malta, que es cebada
molida, se soplaba una ascua grande del fuego y se echaba al café, para darle
color.
En la mesa principal se ponían
dos platos muy grandes y bonitos, y todos a meter la cuchara, sin repartir para
nadie, mientras en el portal con los barreños otras mujeres esperando para
fregarlos.
En la próxima hablaremos de cómo
se hacen los chorizos, salan los jamones, echan los enajos y demás.
Os deseo que os haya gustado la
matanza, buen provecho.
Feliz año 2017. Pilar del Rey.